domingo, 19 de febrero de 2017

EL ENGRANAJE DEL COLUMPIO

   Su desgaste por el uso y abuso, se traduce en un aviso perenne: el chirrido metálico inconfundible del metal anunciando su agonía.

        El vaivén de la política comienza a escucharse a través del chirrido penetrante que produce la insatisfacción colectiva. No obstante, ante un desempleo galopante, economías deshechas y pobreza cabalgando sin ataduras, sólo observamos atónitos rebeliones con un YA BASTA contundente y atronador, en los regímenes donde la opresión y la burla al ciudadano común y a los derechos humanos que le son propios, son el pan nuestro de cada día.
         
            Ha ocurrido en el Medio Oriente, donde los hijos de los patriarcas, fanáticos o no, se han formado en distintas universidades del mundo, conocen el significado de la libertad, de los derechos fundamentales, y ya no ven el halo de “iluminación divina” que empuja a las masas por parte de los “líderes” que se consideran más allá, de toda consideración terrena. No dudamos de su sentir ni de su arraigo, pero la nueva generación no milita necesariamente en el fanatismo tribal inducido al flagelo del terrorismo.
         
            Pero el columpio va y viene y el asunto es no permitir que se detenga, porque ello evidencia la desnudez de políticas públicas para poner en marcha el aparato productivo, para generar bienestar y oportunidades para satisfacer las necesidades ciudadanas y para darle coherencia a los giros de la acción gubernamental de que se trate.
         
       Conculcar derechos fundamentales como el acceso a la salud colectiva, a la seguridad jurídica, a la estabilidad patrimonial o a ganarse el  pan dignamente, ponen en ebullición un silencio a veces sepulcral, que trae tras de sí, una furia popular gigantesca. Si lo desea, haga la prueba: Comience una conversación amena hablando de escasez alimentaria o de crisis de medicamentos esenciales, de inseguridad pública o de bienes inmuebles (casas, pisos, etc) y vaya introduciendo el tema de las “hipotecas” y de cómo sus hijos, responderán con sus bienes habidos y por haber por las acreencias de sus Padres ante las Instituciones Bancarias. En este nivel, ya priva la descompostura, y el cuerpo entero entra en alerta ante una amenaza contra el patrimonio familiar, la seguridad personal y la ausencia de un futuro promisor, luego los rostros enrojecen y la pasión nubla la razón.
         
        El político hábil, siempre afina su olfato y otea el horizonte anticipando tormentas. Cuando se hace inminente la llegada de alguna, suele tener el paraguas desplegado a menos de que sea sorprendido, por un viento incontenible que lo empape de reproches por la implantación de acciones políticas incoherentes, con resultados desastrosos. Escuchan el chirrido, señores gobernantes?


  Abog. César Enrique López Bacaicoa

Maestria en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Justicia Penal Internacional y Derecho Internacional Humanitario. España, Unión Europea.     
              


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