lunes, 10 de septiembre de 2018

EL COMPROMISO DE HONRAR LA PALABRA DADA


La primera manifestación que nos permite clasificar en una escala de valores a un semejante, es su capacidad para honrar los compromisos que adquiere.

En un principio, los negocios y acuerdos en general se efectuaban a través de los contratos verbis, vale decir, mediante la palabra. Posteriormente, con el desarrollo de la sociedad y la complejidad de las relaciones interpersonales, se hizo necesario un contenido normativo que reglara la relación entre las partes, surgiendo el compromiso escrito en el que como bien sabemos, prevalece el mutuo acuerdo, el objeto y la causa lícita.

Pero no es en el estudio de los alcances contractuales, ni de la responsabilidad que de ellos deriva, que quisiera plantear un tema que considero, actualmente, de infinita importancia: Las personas en general, dan muy poco peso al cumplimiento de un compromiso, más allá de las formalidades legales. Desde lo más simple a lo más complejo, la excepción: "el incumplimiento" se ha convertido en una regla de conducta que tipifica de inmediato a su autor como confiable o no ante la opinión de los demás, proyectando negativa o positivamente su desenvolvimiento social y laboral, porque rara vez se puede desprender una cosa de la otra si forma parte del glosario de actividades de un "hablador" que nada cumple.

Desde la promesa de una llamada que nunca es respondida de vuelta, pasando por la espera de un correo electrónico que alguien se comprometió a enviarnos pero nunca llegó, creer que se cuenta con una persona pero advertir a la postre, que el presunto amigo, "valiente y solidario" es un campeón en actos de magia para "desaparecer" en momentos difíciles y miles de ejemplos más, que atañen a la cotidianidad, aseguran que el no honrar la palabra dada, en cualquier instancia, también supone no sólo una traición a la confianza del interlocutor comprometido, sino todo un engaño que quebranta las relaciones y echa por la borda  la esperanza de contar con la seriedad de ese "pacto de amigos" que creíamos indestructible.

Alguien me comentó hace poco, que el País del mundo con menos abogados en su terna laboral era Japón, debido a la importancia que le daban a la PALABRA dada para sellar un compromiso, la cual involucra indefectiblemente el HONOR del proponente, cuya integridad no debe ponerse en tela de juicio bajo ninguna circunstancia. Pero más allá de la rigurosidad cultural, el tema se centra en que quien no honra lo pequeño, mucho menos lo hará con lo grande. Momento pues de preguntarse: No supone una tremenda marca personal aquella persona recta y responsable aún en las instancias más simples de su vida?, cómo nos sentimos frente a unos y frente a otros?, quiénes son los verdaderamente exitosos?.


 Abog. César Enrique López Bacaicoa

Maestria en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Justicia Penal Internacional y Derecho Internacional Humanitario. España, Unión Europea.