jueves, 12 de enero de 2017


EL VOLUNTARISMO  POLÍTICO Y EL CONOCIMIENTO DE LA GESTIÓN PÚBLICA

 De un tiempo a esta parte, se habla reiteradamente del “Know How”, vale decir, del “saber hacer” que atañe a cada uno de los participantes en un proceso productivo, bien de índole privado o de gestión pública. Por ello, voluntad sin conocimiento, de nada vale.

      Como en cualquier disciplina, trátese de economía, medicina o política, la voluntad o propósito de los actores sociales puede ser decidida y por demás loable, pero con no poca frecuencia observamos que el “querer hacer” y “el saber hacer” no admite dicotomía alguna si el resultado esperado debe traducirse en hechos concretos, problemas resueltos y prosperidad a futuro.
         
       Vemos entonces, por ejemplo, la importancia de los mecanismos de control que los Estados activan a través de instituciones con autonomía funcional en regímenes democráticos, para vigilar que la ejecución presupuestaria se ciña conforme a la Ley de Presupuesto que prevé el gasto ordinario de la Nación. Se “presume”, que los Ejecutores y custodios del Tesoro patrio, entienden y conocen que al dinero asignado a cada partida presupuestaria, no puede dársele una finalidad distinta, so pena de exponerse a un cargo criminal por malversación de fondos públicos cuando menos.
        
         Este saber hacer supone, salvo mejor criterio, acompañado de una férrea voluntad política de llevar a cabo objetivos y cumplir una meta propuesta, es la clave de una gestión política exitosa. Naturalmente, la labor no la lleva a cabo un sólo hombre, sino un equipo cohesionado de asesores para áreas específicas que poseen las competencias, el conocimiento y la capacidad, de poner sobre la mesa soluciones viables a problemas concretos que conlleven a la paz social y al sostenimiento de la brillantez política del Lider. En pocas palabras, un tren ejecutivo inepto, o sin la preparación necesaria para encarar la difícil gestión pública cuya masa comienza a enardecerse, produciendo únicamente una burocracia por completo hipofuncional, está condenado a la derrota segura en la arena electoral, por más retórica y demagogia que prodigue.
              
       La falta de conocimiento gerencial se traduce siempre en improvisación. El político acorralado, sale como puede del “atasco” que lo confronta y exige, pero al carecer de herramientas cognitivas e instintivas idóneas, abandona luego los proyectos ofertados o no planifica debidamente su prosecución. El resultado es siempre triste y recurrente: economías desgarradas por el derroche y el despilfarro.
              
      En el trajinar político que acaece en algunas sociedades democráticas o abiertamente autoritarias, encontramos escenarios dramáticos donde no sólo se desdeña del conocimiento, sino que se le persigue, y paulatinamente, se le sustituye por la adulación y la lisonja al “Lider” de turno, alimentando egos disminuidos que con pericia llegan a detentar poder político relevante. Entonces, el “iluminado” otorga premios a los adulantes por su leal e incuestionable servicio prestado por la causa, y por eso vemos Ministros incapaces de articular un pensamiento coherente, o situaciones verdaderamente embarazosas que involucran incluso, la intervención de la comunidad internacional.

              
        Estamos seguros que el lector ha establecido ya sus comparaciones y sacado conclusiones palmarias sobre el entorno político en que se desenvuelve. El sendero electoral, es el camino.

ABOG. CÉSAR ENRIQUE LÓPEZ BACAICOA.
Maestria en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Justicia Penal Internacional y Derecho Internacional Humanitario.

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