jueves, 5 de enero de 2017

                                                         
CAOS PROGRESISTA?





               Hace algunos días, escuché asombrado mientras informaban de casos de corrupción e imputaciones a ciertos personeros un país latinoamericano, una defensa por demás llamativa, porque en ese caso en particular, amén de las acostumbradas conspiraciones nacionales e internacionales que siempre alegan, se trataba, según los encausados,  de una "campaña orquestada" contra los "gobiernos progresistas". Y entiendo que progreso es bienestar común y desarrollo social sustentable, no corrupción desenmascarada con negocios  y tropelías de todo tipo.

                        Pareciéramos estar en la época histórica en que los primeros reformadores protestantes mezclaron las teorías políticas y filosóficas con las diferencias de credo y de fe religiosa, sin existir a la postre, una ecuación final que explicase la complejidad de dicha relación. De lo que no cabe duda, es que el poder monárquico enfrentado en aquellos tiempos por sus súbditos, lo vemos metafóricamente sustituido por el despliegue de Poder demagógico y populista de algunos líderes actuales, produciendo una obediencia pasiva en el tejido social, quien sabe y conoce de una resistencia consagrada constitucionalmente que le asiste, pero que no encuentra salida a la desesperación y a las destemplanzas que le produce, la ineptitud y los manejos turbios del erario público por parte de sus gobernantes.

                          Martín Lutero, uno de los impulsores de la Reforma, señaló en su momento y sin miramientos, la corrupción de la Iglesia Romana en el siglo XIV y la de los Tribunales Pontificios a través de la venta de indulgencias. Es decir, su ataque se concentró contra los privilegios e inmunidades especiales del Clero. Analógicamente, algunos de los que aseguran servir al pueblo hoy día con fervor, lo hacen a través de la más férrea represión en todos sus matices y no a través del convencimiento democrático que debería salir a flote teniendo en cuenta naturalmente, la opinión del soberano. Para este tipo de "progresistas", siempre es preferible reprimir y aislar "todo agente contaminante proveniente del exterior" y que aluda a libertades, progreso, emancipación o destierro de los farsantes.

                          El proceso histórico sigue la noria del pensamiento humano. Los seres que conformamos un núcleo social, continuamos buscando la democracia perfectible, la mejor manera de gobernar y ser gobernados con el sostén de un ordenamiento jurídico eficaz, efectivo y oportuno. Que vaya mas allá de los dogmatismos en los preámbulos constitucionales, y se aplique con todo rigor conforme lo dispone la parte normativa de la Carta Magna. Un estamento legal producto de un estado de derecho con separación de poderes, capaz de producir el sistema de contrapesos políticos necesarios para obtener una convivencia armónica. Donde prevalezca la justicia y no la impunidad y muchos menos las directrices protagónicas y únicas que emanen de un Poder Omnipotente que mantenga en absoluta sumisión a los demás poderes públicos, de lo cual siempre se obtiene como resultado la complicidad y los negociados tanto dentro como fuera de las fronteras patrias.

                                El caos no puede ser la regla y la normalidad político-social la excepción, porque la fractura de la confianza de los habitantes sometidos a la desolación y el destino de los que se creen favorecidos, termina indefectiblemente en la anarquía para todos. Es el extremo mas temible, porque arrasa con los derechos humanos, con lo fundamental, con lo necesario para desempeñarnos en sociedad.

                                           El caradurismo de tildar como "progresistas" a Gobiernos que no dan cuentas de sus actuaciones y que por el contrario, hacen saltar como resortes miles de informes sobre dinero mal habido del acervo patrimonial de la Nación, regalando u obsequiando a los más desposeídos bienes obtenidos a través del despojo patrimonial a quienes los obtuvieron trabajando por generaciones, es una verdadera aberración, no sólo en lo interno, sino ante la comunidad internacional.



ABOG. CÉSAR ENRIQUE LÓPEZ BACAICOA.
Maestria en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Justicia Penal Internacional y Derecho Internacional Humanitario.

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